lunes, 11 de abril de 2011

Capítulo 2



- ¿Qué te ha dicho? – preguntó Conny.
- Nada. Pero sí que ha intentado quedar conmigo mañana, y al otro y al siguiente. Le he dicho que tenía que trabajar.
- Ajá. Vamos a comer.

Como siempre que a Conny le sucedía algo con los chicos, se hinchaba a comer. La comida era su debilidad.
La casa de Alessia no era demasiado grande, pero sí que tenía una gran cocina. Lo que más le gustaba de la casa era la cocina y su habitación. Conny parecía mucho más relajada. Y se habían plantado en sus dos mejillas dos coloretes de color rosado que antes no estaban. Se había bebido prácticamente la botella de vino ella sola.

- ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Me vas a llevar a algún sitio? – dijo Conny, notándose su voz un poco ebria.
- No, te toca descansar. Después, cuando te recuperes, te llevo al centro comercial.
- ¡Sí! – dijo levantándose de la silla a todo correr.
- Madre mía. Ve a la cama. – la cogió del brazo y la llevó a la cama. Se durmió al instante.

Mientras, Alessia tuvo tiempo de recoger toda la cocina, y limpiar un poco el salón. Al rato el teléfono de Alessia empezó a sonar. Se tiró al sofá y contestó.

- ¿Sí?
- Alessia soy Emilie.
- Ah, dime.
- Acabo de leer tu artículo, el que me has mandado esta mañana. Las fotos que has escogido tienen muy mala calidad. ¿Podrás buscarme otras?
- Sí, claro.
- Ah, y otra cosa, quiero verte mañana por la tarde. Pásate por la empresa. Vas a conocer a alguien.
- ¿A alguien?
- Sí, alguien que trabajará para ti. Es el nuevo chico de prácticas de empresa. No sé por qué pero te ha escogido a ti.
- ¿A mí? ¿Un chico? ¿Qué clase de chico quiere escribir sobre cosmética?
- No lo sé. Mañana nos vemos.

Y colgó. Alessia se quedó mirando el teléfono una vez más. Un chico la había escogido a ella para hacer sus prácticas de empresa. Para que ella le guiara. Se quitó la idea por un momento de la cabeza y encendió su ordenador portátil para buscar unas fotos de mejor calidad que las anteriores.

Eran las 7 de la tarde y Conny todavía no se había despertado. Alessia había pasado la tarde viendo un documental en el National Geographic, y decidió que ya era hora de despertarla.

- ¡A despertarse! – gritó desde el pasillo.
- ¡Déjame! – contestó Conny dándole un manotazo en la cara.
- ¡Joder, que tenemos que irnos de compras!

Y como si de las palabras mágicas se tratase, se levantó de golpe de la cama.

- Es verdad. Vamos, vamos. – Alessia soltó una carcajada - ¿De qué te ries?
- De que mira qué pelo se te ha quedado.
- ¡Qué graciosa!
- Péinate un poco, que esta noche vamos a buscar un hombre para ti.
- No, yo no quiero ningún hombre. ¿Sabes? Mark, aunque pareciera tonto, pero le quería.
- Ya, del mismo modo en que quieres a todos los demás.
- No, es distinto. Mark me quería por cómo soy. Venía a casa y me traía flores, o algún detalle.
- Pero no era un dios en la cama ¿no?
- Exacto. En la cama era muy aburrido. Siempre lo mismo. Además lo hacía como por obligación.
- Y… ¿no habías pensado en dejarle? Porque ahora no serías tú la que se sentiría mal.
- No, yo no me arrepiento de haberle puesto los cuernos.
- ¿Entonces? – aquello no tenía ni pies ni cabeza.
- De lo que me arrepiento es de que me haya pillado.
- Pero Conny, tú no eres así. ¿Qué tenía Mark que no tuvieran los demás?
- El simple hecho de que estaba conmigo y con nadie más supongo. – Conny hablaba cabizbaja. Sabía que no llevaba razón en lo que había hecho, y sin embargo, intentaba justificarse de alguna manera.
- Mira, cariño. Es cierto que no tienes que dar explicaciones si no quieres, pero lo que creo mejor para ti, es que sigas con tu vida como hasta antes de conocer a Mark. Nosotras no estamos destinadas a tener un hombre para toda la vida. Lo sé por experiencia. Así que, no le des más vueltas al tema y vámonos. – se sintió orgullosa después de soltar el pequeño discurso. Conny la miró y sonrió. Ya no era una sonrisa triste, era su sonrisa. Estaba feliz.

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