viernes, 8 de abril de 2011

Capítulo 5

- Casi no me lo creo. 10 días sin hacer nada de nada… - dijo Alessia de repente.
- Ya, bueno, es que tengo muy buen carisma. Sé calar a la gente.
- Vaya, vaya, ¿y por qué no te presentas para presidente del país, ya que estás? – ironizó Alessia.
- Porque prefiero la carrera periodística. Me gusta más, ya sabes, eso de escribir artículos.
- Todavía no me has dicho por qué te gusta escribir sobre cosméticos. Es una cosa, que, si me lo permites, es algo extraña.

Dan se echó a reír. - ¿Extraña por qué? Esto es un país totalmente libre, cada cual es libre de hacer lo que quiera, ¿es o no?

- Sí, claro, no pretendía ofender – se sintió avergonzada.
- No, no te preocupes. No me has ofendido. Es más el mero hecho de que las personas juzguen a los demás por sus gustos. Yo no lo veo así. Por ejemplo, no por llevar camisa de color morado tengo que ser homosexual, simplemente me queda bien el color y lo llevo.
- Eh, te estás yendo por las ramas. ¿Quién ha dicho nada de tus camisas moradas?
- Era por si lo pensabas. – Alessia soltó una carcajada.
- Para nada, si yo lo que me preguntaba es por qué te gustan los cosméticos. No el porqué de tus camisas moradas.
- Bueno, simplemente me gusta. No vayas a hacerte malas ideas de mí, ni tampoco vayas a relacionarlo con la homosexualidad, que suele ser frecuente. Simplemente me fascina el hecho de lo guapas que os ponéis con tan solo unos cuantos retoques. Un par de productos y voilà, estáis divinas. – Alessia conducía tranquilamente mientras escuchaba atentamente las palabras de Dan. ¿Estaría intentando convencerla de que no era gay porque le daba vergüenza admitirlo? Era una posibilidad. Tendría que consultarlo con su querida Conny. Siempre la conseguía sacar de esos atolladeros.
- ¿Solamente por eso? Es decir. Nos ponemos guapas con maquillaje sí. Pero no sé. También hay productos de maquillaje para hombre.
- Ya, pero eso es un caso aparte. Yo eso lo veo una tontería.
- Bueno, creo que estamos llegando a un sitio donde hacen unos helados deliciosos. Está cerca de mi casa, podemos dejar el coche aquí, nos tomamos un helado y después te acerco a tu casa.
- No hace falta, voy andando. Soy bastante deportista.
- Como quieras.

Salieron los dos del coche y fueron a por unos helados. Daba igual la época del año que fuera, que estuviera nevando, o que hiciera un sol radiante, que a Alessia le encantaba tomarse un helado después de comer, tranquilamente tomando el aire.


Al llegar a casa, Dan pensó lo maravillosa que era esa mujer y lo mucho que le gustaría poder llevársela a la cama. Le iba a costar, eso lo sabía. Alessia tenía tendencia a crear un muro entre ella y las personas con las que no tenía confianza. Y Dan se había dado cuenta de eso. Ni con Emilie ni con él bajaba la retaguardia. Lo cual le resultaba raro, ya que Emilie era su jefa desde hacía mucho tiempo.

¿Tendrá novio?” pensó rápidamente Dan. Él quería creer que no, pero tendría que averiguarlo. Y para ello estaba seguro de que tenía que conocer a esa amiga suya de la que tanto hablaba.
Antes de irse a dormir cogió su móvil y escribió: “Me lo he pasado genial, espero poder repetir. Un beso. Dan”. Releyó un par de veces más y después le dio a enviar.

Al día siguiente, al despertarse vio que no había obtenido respuesta. Se puso el chándal, guardó su móvil en el bolsillo por si recibía alguna llamada.

Todas las mañanas Dan salía a correr por el barrio. Pasaba junto a un parque, al que daba varias vueltas, después cruzaba el puente del río de la ciudad, y se daba la vuelta al llegar a la otra orilla del río. Pero esa mañana se encontró con alguien mientras hacía su recorrido habitual.

Alessia decidió salir a correr con Conny aquella mañana en la que no tenía que preocuparse por su trabajo.

- Entonces, se supone que no es gay. – dijo Conny autoconvenciéndose de aquello.
- Eso me dijo. Además, parecía ofendido cuando le pregunté por qué le gustaba escribir sobre cosméticos. De repente, cambió de tema y me saltó con lo de la homosexualidad.
- Para mí que lo es. Sino no se habría puesto nervioso ni se habría ofendido.
- No lo sé. Aunque tampoco me apetece comprobarlo.
- ¡Já! – Conny se rió – No te lo crees ni tú. Si lo estás deseando.
- No te creas. Todavía no tengo ganas de otro hombre. Pero cuando tenga, ten por seguro que iré a por él.
- Así me gusta. Esa es mi Alessia.
- Oh, espera. Creo que es él.
- ¿Quién? – preguntó Conny mirando a su alrededor.
- Sí, es él. Allí. – Alessia señaló entre los árboles del parque a un hombre corriendo con un chándal color gris.
- Dios Santo. ¡Está buenísimo!
- Ves. Sólo los gays se cuidan tanto.
- Oye, para bonita. No todos los tíos buenos tienen que ser gays. Preséntamelo.
- ¿Qué?
- Ya me has oído. Mueve el culo y preséntamelo.
- ¡Conny!
- ¿Ajá? – Conny miró a Alessia con cara de pena. Alessia odiaba que la mirara así, porque siempre conseguía lo que quería.

Alessia suspiró – Está bien. – Conny sonrió triunfal – Pero que sepas que estás loca.

- Vale – sonrió Conny.
- ¡Y me debes un helado! ¡De chocolate!
- ¿Y para eso estamos corriendo? – dijo irónicamente Conny.
- Vale, el plan es el siguiente. Cambiamos de sentido y nos ponemos a correr en dirección contraria. Así haré como que me choco con él porque no le he visto.
- No hace falta que te choques con él. Simplemente, lo saludas.
- Vale, vamos.

Las dos chicas se dieron media vuelta y echaron a correr. No hizo falta siquiera que dijera hola, porque Dan se le adelantó.

- Hola chicas. Bonita mañana para salir a correr.
- Hola Dan. ¿Cómo estás? – contestó Alessia finjiendo que no le interesaba lo más mínimo. Se le daba genial hacerles pensar a los hombres que no les importa.
- Pues un poco cansado. ¿Paramos a beber un poco de agua? – sugirió Dan.
- Sí, y a tomarnos ese helado que decías. – dijo Conny.

Alessia la fulminó con la mirada. Pararon en un banco y se sentaron en orden de llegada.

- Por cierto, Dan, ésta es mi mejor amiga Conny.
- ¡Ah! Alessia me ha hablado mucho de ti – dijo mientras le daba la mano a Conny.
- ¿Ah sí? – dijo Conny mirando a Alessia-
- ¿Ah sí? – dijo Alessia mirando a Dan con el ceño fruncido.
- Bueno, vale, sólo un poquito. Puede que… te mencionara un par de veces.
- Ajá. Espero que dijera algo bueno de mí.
- Claro que sí. Esto… - se aclaró la garganta y bebió agua antes de continuar - ¿queréis venir a cenar esta noche?
- ¿A cenar? ¿Las dos? – preguntó Alessia.
- Sí. Tengo un amigo que trabaja por aquí. Trabaja en publicidad y seguro que le encantaría venir.
- ¿En serio? – preguntó Conny – como… ¿Como una doble cita?
- Más o menos, sólo que todavía no se sabe qué parejas son – puso mirada lasciva y se incorporó del banco donde estaban sentados. – En fin chicas, me voy que tengo unos recados que hacer. Encantado de conocerte, Conny. – le guiñó un ojo y se fue.

Ambas se miraron atónitas.

- Ese tío no es gay. – dijo Conny.
- ¿Tú crees?
- Estoy totalmente segura. Además, ya va siendo hora de que vuelva. ¡Bomboncito de miel ha vuelto!
- Así me gusta – dijo Alessia abrazando a su amiga. – este par de dos no saben dónde se han metido.
- O sí que lo saben y quieren meterse.

Las dos se echaron a reír y después siguieron corriendo hacia el puesto de helados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario